Antes de que terminara el 2017 compré el libro de Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes porque lo había visto recomendado en "La dichosa palabra" hace ya varios meses y...bueno, sinceramente es un programa que me cae muy gordo, pero debo reconocer que sus recomendaciones son buenas, así que en cuanto Laura García lo sugirió, decidí anotarlo en mi lista. Lo conseguí hasta diciembre y casi en el acto comencé a leerlo. Y bueno, si bien en ciertos pasajes me pareció tendencioso (porque ¡bitch please! te pone a Hillary Clinton como la gran caca como si fuera de verdad alguien digno de admirar) y honestamente me habría gustado que figuraran otros nombres (no lo sé, María de Zayas, Sor Juana Inés de la Cruz, María la Bailaora o Chimamanda Ngozi Adichie o hasta la misma J.K. Rowling a pesar de sus tarugadas, por mencionar algunas), en general me quedé con un buen sabor de boca, porque me demostró que una como mujer (y como persona en general, pues, pero más como mujer) puede tenerlo todo en su contra y aun así salir adelante. Me demostró que realmente, si quieres, puedes.
Sin embargo, pasa algo particularmente curioso conmigo: a pesar de que, ciertamente, me gusta sentir que hay un dejo de luz en tanta oscuridad y que, aun cuando todo te pueda ir mal, hay cierta esperanza, no puedo cegarme a la realidad ni pretender que dentro de mí no existe un lado, si bien no oscuro como tal, sí un tanto sombrío, y menos después de tener un 2017 completamente catastrótico en el cual, para colmo de males, se me ocurrió que ya era buen momento de empezar a leer a Nietzsche por primera vez. Si algo logró el buen Nietzsche fue convencerme de que muchas de las ideas que ya tenía con respecto a la vida ahora se hicieran más presentes, que lo que antes no decía por miedo o porque pensaba se me juzgaría mal ahora lo pueda decir sin tapujos porque bueno, a fin de cuentas, alguien más ha pensado lo que yo. Y no cualquiera, sino un clásico de la filosofía alemana. El clásico más malinterpretado, quizás.
Cuando tienes un desencanto por la vida, leer a un autor nihilista no es lo que podamos decir una excelente combinación, siendo francos. Por experiencia propia puedo decir que ese desencanto se pronuncia. Claro que en mi caso no fue malo y de hecho a mí Nietzsche me liberó: reafirmó mi repulsión por la idolatría -porque el Superhombre no necesita ídolos a los cuales adorar y repudia que lo adoren-, me hizo comprender que la humildad muchas veces está sobrevalorada -porque si tienes un conocimiento debes compartirlo y si eres consciente de que lo tienes, debes aceptarlo, sin pedir disculpas y sin mostrarte como un acomplejado-y me dio la razón en eso de que la lástima es algo repulsivo -y, por consiguiente, hay que despreciar a aquellos que quieren valerse de la lástima para obtener cosas en vez de luchar por lo que quieren y hacer algo por ellos mismos-.
Es sobre este punto en lo particular sobre el cual me gustaría profundizar en esta entrada, aunque ciertamente no es el único. Pero vamos por partes.
Verán, me he dado cuenta de que yo en general no encajo: soy una hispanista que detesta a los hispanistas. No quiero hacer mi posgrado en literatura sino en filosofía religiosa. Odio ir a ponencias. Odio ir a conferencias o a coloquios. Me enferma esa gente que cree que por leer es superior. Estoy desencantada de la Academia. Me caga hacer trabajos "de investigación" que repiten lo que alguien más ya dijo y prefiero yo hacer mis propias propuestas. Me aburre andar en el intelectualismo toda la vida. A pesar de que me gusta mi "área de especialización" (literatura cervantina, supuestamente), no concibo mi vida leyendo sólo a Cervantes o investigándolo sólo a él y, siendo más francos, no concibo mi vida clavándome en una sola época, en una sola área o en una sola cosa, me abruma y frustra de sólo pensarlo.
Pero vayamos más allá de la profesión: como "admiradora" de personas (llámese escritor, llámese cineasta, llámese lo que sea), soy un verdadero fiasco. No he ido a un solo concierto de los Yeah Yeah Yeahs o de Jenny and The Mexicats a pesar de que Karen O y Jenny Ball son como mis ideales femeninos (si es que las puedo llamar como tales porque, recordemos, me caga la idolatría). No he leído ni un sólo libro que hayan escrito mis mejores profesores de la universidad. No perseguiría a absolutamente nadie para tomarme una foto con él o para pedirle un autógrafo. Me jacto de admirar a Roman Polanski (como cineasta, cabe decir) aunque sólo he visto "El bebé de Rosemary", "Repulsión" y "El pianista" y, siendo completamente francos, cuando me plantean esa fantasía de "¿y te cogerías a (inserte el nombre de su sex symbol favorito)? lo primero que me da por pensar es:¿y si le apesta el hocico? ¿y si no besa bien? ¿qué tal que se echa muchos pedos o le apestan las patas?Sí, de ese tamaño mi "admiración".
Ya no hablemos de las dichosas tribus urbanas: cuando iba en secundaria tuve mi época "chaka" durante el primer año. Después supongo que me volví "emo". Después "fresa". Después "rocker". Después "dark". Y estuve en esta última durante mucho tiempo sin hallarme realmente con la ideología de muchos de los que se autonombraban también "darks": siempre me pareció estúpido que vinieran las escuinclas del CCH todas mecas a decir que "el diablo era su papá", sin mencionar lo naco que se me hacía eso de que se pusieran vestidos de terciopelo en plena primavera. Claro, me gustaban lo sangriento (y me sigue gustando, ¡yomi!), las historias de horror, la ropa negra, las uñas negras, el delineador, los accesorios, la ropa, los vampiros y los asesinos seriales, pero en el fondo prefería escuchar "Maps" que "Wishmaster". Y bueno, a pesar de que esa etapa de la "experimentación" y de la "búsqueda de la identidad" se supone que ya pasó y que ahora ya quedó claro que simplemente soy una mujer de veintitantos años a quien le gusta vestir ropa negra y leer policiales y terror mientras escucha a La Sonora Dinamita en su Nokia-Blackberry del 2013, sigue sin quedarme claro qué pedo: ¿soy ñera y naca por mi modo de hablar, por criarme en Ecatepec y por escuchar cumbias? ¿o más bien soy fresa porque prefiero la comida "healthy" a los tacos y el café frapé antes que la cerveza? En fin, que no encajo, pues.
Ni siquiera como booktuber encajo: me cagan los booktubers y el sentimiento es perfectamente correspondido porque soy demasiado básica y vulgar para pertenecer a su sofisticado grupo de elite (ajásíclaro). Pero soy demasiado "exquisita" para ser la youtuber promedio que hace el tag del reggaetón, así que estoy en el limbo. Y así nos la podríamos seguir.
Y bueno, algo bastante similar me ocurre con el feminismo. Me considero feminista, pero si me preguntaran a qué grupo de feminismo me he unido les diría que sinceramente a ninguno y que no creo hacerlo. Veo las opiniones de todo tipo de feministas en internet, tanto de conocidas mías como de las que no lo son en lo más mínimo y simplemente no hallo con quién. Veo, por ejemplo, a Miare's Project cantando su canción de "Machirulo moderno", diciendo que el hembrismo no existe (algo que ya le he oído y leído a tantas que si me pagaran por verlo de verdad que no necesitaría trabajar) y que las mujeres no se pueden beneficiar del machismo (cuando la vida cotidiana de hecho nos enseña lo contrario) y de verdad que hasta me da algo, y no precisamente alegría. Veo a Libros de María reaccionando de manera agresiva a quienes la cuestionen como si ya por el hecho de que la cuestionen significara que tiene la razón absoluta (porque es muy fácil reducir todo a "si esto te indigna es porque automáticamente me estás dando la razón") y diciendo que "un hombre no puede ser feminista, sólo aliado" cuando hasta donde tengo entendido el movimiento de hecho surgió con hombres. Veo comentarios de diferentes morras en publicaciones de páginas de FB dando patadas de ahogado y diciendo "es que tú eres hombre y no sabes lo que es ser acosado" (cuando de hecho sí lo saben, basta con que le pregunte a mis amigos varones cómo se sienten cuando se van en el último vagón del metro), tildando de machistas y misóginas a las que eligieron casarse (¿¿¿???), diciendo que una mujer jamás miente cuando dice que fue violada (cuando de hecho tengo conocidas que sí lo han hecho), o que los hombres no pueden ser víctimas de machismo. Sin pruebas. Sin fundamento. Sin verdadera información, sólo diciendo las cosas porque en esta era del internet cualquiera puede decir lo que quiera y creer que eso ya automáticamente lo convierte en el poseedor de la verdad.
Por otro lado, veo a mis conocidas, y veo que realmente no están muy cerca de hacer mejor las cosas: se autodenominan "feministas" y, como todas, usan el hashtag de #MiPrimerAcoso o #SiMeMatan y cuentan sus historias. Pero no pasan de ahí. No es como que tengan un blog. O como que hagan realmente algo más allá de compartir las infografías de Pictoline o Cultura Colectiva que, además, contienen información en mi opinión bastante cuestionable. No tienen ninguna iniciativa. No las veo recomendando lecturas feministas, proponiendo un taller o abriendo un espacio en el cual las víctimas de acoso puedan denunciar a sus anchas (algo así como un "Súper Cívicos" pero feminista). No las veo dando a conocer la vida y obra de aquellas mujeres que fueron olvidadas por la historia como Artemisia Gentileschi o Hipatia. No las veo haciendo campañas para ayudar a las víctimas de violencia obstétrica o de pareja. Lo más que las veo haciendo es respondiéndoles a desconocidos que se presentan como antifeministas en publicaciones de páginas con "fuentes" que en realidad se limitan a Vice, la ya antes mentada Cultura Colectiva o, cuando muy seria la cosa, Nexos. Y ya.
Claro, algunas dicen ir más allá. Se desnudan y protestan así, en pelotas. Se disfrazan de la Virgen María abortando. Se maquillan con sangre menstrual. Se dejan los pelos en las axilas o en las piernas para luchar contra la opresión que sufren las mujeres. Usan el "todxs" o el "compañeres". Dicen "cuerpa" en lugar de "cuerpo". Y claro, llaman "alienada" a quien no las sigue porque, como ya mencioné, es muy fácil reducir todo y asumir que, como haces encabronar a todos, entonces tú tienes la razón.
Y no se me confundan: claro que las mujeres sufrimos mayor acoso. Claro que existe el feminicidio y puedo darles hartos ejemplos de feminicidas famosos porque antes de ser feminista he sido una maldita freak y entre mis pasatiempos está leer biografías de asesinos seriales. Claro que hay víctimas de violación que hablan en serio. Claro que el machismo nos ha afectado más a nosotras. Claro que la depilación, el cuerpo escultural, la moda y todas esas cosas se le han impuesto a la mujer porque bueno, sólo hay que verlo en la vida cotidiana: un hombre puede no depilarse y nadie le dirá que se ve mal y claro que ellos se complican mucho menos la existencia a la hora de elegir qué ponerse mientras que nosotras le ponemos más empeño a ese desmadre. Y claro que el aborto debería ser legal y pero por supuesto que deberíamos poder andar como queramos en la calle sin por eso tener miedo a una violación o a un feminicidio. Sin mencionar, claro, que yo tampoco hago mucho de lo que dije que mis conocidas feministas no hacen, salvo, claro, escribir en blogs o hacer videos (lo cual tampoco quiere decir que no lo piense hacer).
Sí, la opresión existe, el machismo y la violencia también. No me habría vuelto feminista si no considerara que el movimiento es necesario. Y ésa es la cosa: es necesario, pero está pésimamente orientado, y no porque me haya unido al movimiento significa que no veré lo que de hecho es más que evidente.
Respondiendo a la pregunta inicial del título, sí, el feminismo está en crisis, y no por pocas razones. Hay demasiada ignorancia, un chingo de fanatismo (y bueno, tan sólo en lo que va de esta entrada creo que ya he dado a entender como tres veces lo que pienso del maldito fanatismo), muy poca empatía ya no digamos hacia los hombres sino entre las mismas mujeres, un complejo de superioridad bastante intenso y, lo que más detesto sobre manera: la maldita victimización aunado a la falta de conciencia. Sí, es aquí cuando lo que decía de Nietzsche en párrafos anteriores comienza a cobrar sentido, por si se lo preguntaban.
Cabe aclarar, la victimización no es exclusiva de la mujer. Todos los sectores de la sociedad han caído en la estúpida victimización porque simple y sencillamente es lo más fácil. Ted Bundy, el asesino galán que decidió hacer del feminicidio un modo de vida, culpó a la pornografía de sus malas acciones porque era más sencillo considerarse una víctima de los medios masivos de comunicación en vez de simplemente admitir que disfrutaba y se regodeaba con el asesinato de jovencitas. Algo similar ocurrió con Andrei Chikatilo: culpó a su impotencia sexual de"trastornarlo" y de llevarlo al asesinato y al canibalismo en vez de simplemente admitir que matar le daba placer y que por eso lo hacía. Y no me tengo que ir muy lejos: los vagabundos aman excusarse en sus discapacidades para no trabajar y pedir limosna porque es fácil, así de simple. Y bueno, ni qué decir del bendito pueblo, el cual ama culpar al gobierno de todos sus problemas en vez de hacer algo por sí mismo como...no sé...dejar de comprar piratería, o de ser tan jodidamente discriminativo con los indígenas, o dejar de saltarse los torniquetes del metro o de dar "mordida" a los policías porque claro, nosotros no somos quienes elegimos a nuestros gobernantes y claro, el gobierno no es un reflejo de lo que somos nosotros como pueblo, para nada.
La victimización es fácil, pero no es el camino porque lo fácil nunca lo es. Es sencillo engordar, descuidar tu salud y tu higiene y usar al feminismo como excusa porque "eres víctima del sistema que te obliga a lucir bella" (como si EN SERIO no tuvieras otra puta opción como...no sé, ser graciosa o prepararte profesionalmente, digo, el físico no es eterno, ¿eh?) y, no conforme con eso, decir que estás siendo "revolucionaria" cuando, siendo francos, engordar o dejarte los pelos no conlleva ningún puto trabajo: muy por el contrario, es más trabajoso depilarte y mantenerte saludable. También es sencillo culpar al hombre de todos tus problemas en lugar de asumir tus responsabilidades y aceptar que quizás tú igual la estés regando. Es sencillo cambiarle la última letra a "cuerpo", o decir "todes", porque a fin de cuentas son sólo palabras, pero te apuesto lo que sea a que no te la rifarías en una ONG o en la Cámara de Diputados para pedir que a las mujeres se les aumente la condena por un delito grave aun si las condenas menores son consecuencia del machismo que te considera inferior al hombre incluso para cometer un crimen porque "wey, eso sería renunciar a un privilegio", aun si es un privilegio que te oprime y te hace menos. E igual es sencillo exonerar a una mujer de un crimen que cometió en complicidad con un hombre porque "estaba enamorada" o "él la obligó"en vez de simplemente asumir que el mal está en todos y que todos somos capaces de cometerlo, no importa si tenemos pene o vagina.
Sí, todo lo anterior es fácil. Pero no significa que esté bien.
Mientras leía Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes me sentí fascinada y, cuando lo terminé, me quedé con un buen sabor de boca. Pero al mismo tiempo me llené de coraje, y no precisamente del bueno. Porque mientras en la historia ha habido y sigue habiendo mujeres que a pesar de las carencias y de todo lo que estuvo en su contra, salieron adelante, el mundo actual está plagado de otras que a pesar de tener bastantes herramientas que podrían usar para su beneficio y hacer algo chingón prefieren valerse de la lástima y la victimización para dejar de hacer cosas como cuidarse o respetarse o para hacer daño. Y yo seré feminista, pero si algo desprecio es la maldita lástima y la autocompasión. Lo pensaba antes de Nietzsche y lo seguiré pensando, lamentable o afortunadamente.
Pienso en Helen Keller, la mujer que quedó ciega y sorda y que a pesar de eso salió adelante. Pienso en Alicia Alonso, quien se volvió bailarina a pesar de quedar invidente. En Ashley Fiolek, quien es campeona de motocross a pesar de ser sorda y que lo logró simplemente viendo la sombras de sus contrincantes durante las competencias. En Malala, quien recibió un balazo en la cabeza y eso no le impidió ser el Nobel de la Paz. O en Sonita Alizadeh, la cantante de rap que tuvo que renunciar a su vida en Afganistán para seguir su sueño de dedicarse a la música en Estados Unidos. Pienso en todas ellas, en sus carencias, en sus limitantes no sólo físicas, sino geográficas en algunos casos e históricas en otros y no puedo sino suspirar, en parte de alegría porque sé que puedo, y en parte de tristeza porque es lamentable que teniendo aquí las condiciones para hacer algo chingón, prefiramos el instinto básico, la intolerancia, la violencia y la lástima.
Me parece, pues, que en un mundo lleno de "Machirulo moderno" necesitamos más "Brides for sale". Como sea, ojalá agarremos el pedo.
B.N.