martes, 9 de octubre de 2018

¿De verdad los hombres pueden ser feministas?


Vaya, qué buena pregunta, la verdad no lo sé. Hace algunos años habría dicho que indudablemente porque bueno, existen las mujeres machistas, ¿no? Entonces...¿por qué no existirían los hombres feministas? (Inserte la voz más idiota que haya escuchado).

De hecho, hace justo un par de años, cuando todavía no estaba a punto de morir y, por consiguiente, todavía no salía de mi burbuja de alienación, me dio por encabronarme cuando unas chicas de mi Facultad hicieron un "tendedero de machos" y evidenciaron a varios de mis profesores y a otros con los cuales no tuve la oportunidad de cursar pero que conocía por anécdotas de compañeros. Entre ellos, señalaron a un profesor de Iniciación a la Investigación y de Teoría de la Literatura que siempre (o al menos desde que lo empecé a tratar, ignoro su vida antes de eso) se había autonombrado feminista y lo llamaron "pinche machirulo" seguido de "no te metas en nuestro movimiento". El señor ya no era santo de mi devoción en ese momento, pero no pude evitar solidarizarme con él y emputarme con las chicas en cuestión porque pues "nada les parecía" y hasta las califiqué de ingratas porque..."No mamen, todavía que apoya su movimiento...¿se emputan? Pinches frustradas".

Claro que gracias a que no me quedé callada en esos años y a que, como buena millenial, manifesté mi disgusto e inconformidad ante lo que yo consideraba "cacería de brujas", me gané la antipatía de más de una chica que, hasta entonces, me había dado like en publicaciones porque, encima de que los estaba apoyando en Facebook, incluso se me ocurrió que sería buena idea hacer una especie de video documental para reivindicarlos y devolverles el honor que el "tendedero" les estaba quitando. Joder, macho, ¿quién se imaginaría que las cosas iban a cambiar y, sobre todo, en tan poquito tiempo?

Me autorresponderé: nadie. De verdad, nadie, y quizás yo menos que los demás. Hace un par de años tenía una segunda mejor amiga con la cual hasta había un proyecto de producir una serie que dejaba por los suelos al feminismo y a la cual ahora tengo bloqueada de todas las redes sociales porque decidió que mi salida del clóset a comienzos del 2017 era más imperdonable que una traición y porque bueno, también resultó ser una demente stalker. Hace un par de años mi amigo Omar y yo hablábamos pestes de las abortistas y nos poníamos de lado de los pobrecitos hombres que pierden la oportunidad de ser padres gracias a que sus desalmadas novias deciden abortar (como si no pudieran conseguirse otras y tener hijos en otro momento, joder) y ahora por salud mental he decidido dejar de seguirlo en Facebook y silenciarlo en Twitter porque ante todo lo aprecio y no me quiero emputar. Hace un par de años no tenía pedo en hablar guarradas de otras mujeres con Gustavo y ahora hasta he llegado al nivel de ignorarlo cuando se pone a sexualizar a otras chicas, valiéndome reverendo pito que sea mi mejor amigo. Y hace un par de años de verdad creía que existían los hombres feministas, y ahora me duele un algo escribir esta entrada porque ciertamente lo que diré no es agradable, sobre todo considerando que me afectó personalmente y que más bien hablo por la herida.

Se preguntarán quienes lean esto: "¿y qué fue lo que cambió?". Bueno, supongo que fueron varias cosas. Experiencias aunadas a lecturas sobre otras experiencias que, me guste o no, me han sacado de mi zona de confort o me han movido el tapete. Pero principalmente lo primero, porque nadie experimenta en cabeza ajena y porque es hasta que a uno le pasan las cosas que empieza a entender realmente lo que está pasando.

Como tal vez no estén entendiendo el punto al cual quiero llegar, lo diré sin reservas: conocí a un vato "feminista" en mi último trabajo. No creo que lea esta entrada, pero para conservar su anonimato lo llamaremos simple y llanamente "J" y, cabe decir, no es por protección, pues ciertamente planeo hablar de esta ácida experiencia en el libro que estoy preparando y en el cual no pienso proteger la identidad de nadie.

Pero continuemos con la historia: J y yo éramos amigos. Se podría decir que nos hicimos amigos desde los primeros días de trabajo e incluso puedo asegurar que nuestro primer tema de conversación giró en torno al feminicidio y la violencia hacia las mujeres. Con el paso de los días mostró gusto por el programa de Excélsior "Punto y Coma", conducido sólo por mujeres como Mariana H y Kimberly Armengol y donde se tocaban temas de género. Llegó a contarme anécdotas en las cuales él era el héroe defensor que se cantaba los tiros con weyes que maltrataban a sus novias. Aseguró estar a favor del aborto y de que las mujeres decidieran.

Y le creo. A pesar de lo que sucedió no dudo que hiciera eso, porque sí, sé que hay hombres que no van por la vida diciendo pendejadas como que "el feminicidio no existe" o que "los psicópatas no se fijan en el género y sólo quieren matar" porque sí, existen aquellos que tienen nociones básicas de derecho y de criminología. Sé también que hay hombres que disfrutan leyendo a Simone de Beauvior o a Virginia Woolf, así como yo puedo disfrutar viendo "Betty la fea" aun cuando sé que la relación protagónica es jodidamente tóxica. Sé que son mayoría los hombres que no aprueban que otros hombres le partan la madre a sus novias (o al menos eso quiero pensar). Y sé que hay hombres lo suficientemente empáticos como para no querer forzar a las mujeres a tener hijos que ni quieren ni pueden mantener. Claro que lo sé, no soy bruta, así que sí, a todo eso que dijo le creo, a pesar de todo.

Pero cuando dijo que "era feminista" tuve mis reservas. Y no porque pensara que no existían hombres que pudieran serlo porque bueno, todavía hace unos meses sí que lo pensaba, pero vamos, él a esas alturas ya había presentado conductas que no le hacían valer el título. Para empezar, se la pasaba hablando del físico de las chicas nuevas como si valieran más o menos por eso cuando, seamos francos, se trataba de una empresa más enfocada en el trabajo intelectual que en la buena presentación, sin mencionar que a algunas trataba de ligárselas aprovechándose de su ascenso y de sus nuevos privilegios. Entre ellas, a mí.

Al principio me hice pendeja porque éramos amigos, pero las señales siempre estuvieron ahí: comentarios sobre su deseo de hacer un trío con otra compañera y conmigo, pláticas en las cuales me aseguraba que algún día me darían ganas de ser infiel, chats en horas laborales en los cuales me preguntaba si le pondría el cuerno a mi wey a pesar de que en repetidas ocasiones le había dicho que no -o sea, insistente el muchacho, pues- y, finalmente, una propuesta para que nos besáramos que no sólo se hizo en horario laboral sino en un día en el cual él era el único jefe y, por consiguiente, una figura de autoridad frente a mí que era su subordinada.

Claro que ante mi negativa salió con que "era una prueba para ver qué tan fiel era" y, estúpidamente, le creí. Hasta que casualmente unos días después se empezó a portar evasivo conmigo y, casualmente, me pusieron el rol que me cagaba y que ya había hecho unos meses antes hasta que me lo cambiaron por el mejorcito cuando, casualmente, él ascendió y todavía estábamos "bien". Vaya, pues.

Sí, el varón en cuestión tenía ideas progresistas y estaba en contra del maltrato físico a las mujeres, pero...¿eso lo convertía en feminista? A juzgar por sus acciones que detonaron en el fin irreparable de nuestra amistad, no. Todo lo contrario: era un depredador que, en cuanto tuvo privilegios, decidió usarlos para ligarse a quien pudiera, algo que en teoría no dañaba a nadie pero que sigue siendo una situación de abuso quizás más de poder que de otra cosa, pero abuso a fin de cuentas que además incomoda a las afectadas, o al menos conmigo lo hizo y eso que según éramos "íntimos amigos".

¿Significa que por esta experiencia debo perder la fe? Bueno, ciertamente no, viejos, pero sí que ayuda, sobre todo porque de ese modo entiendes todo lo que las radfem dicen sobre que estamos solas en esto. Esta experiencia me abrió los ojos no por ser la primera, sino porque no lo es, sólo que no era consciente de cuán común es esto en realidad.

Pero es más común de lo que parece. Gracias a esto me he quitado la venda sobre otras personas que ya estaban en mi vida y que seguirán estándolo pero que no porque las aprecie dejan de tener conductas nefastas. Hoy por hoy soy capaz de leer el "las mujeres me siguen importando un choto" detrás del "estoy a favor de que amamanten en público y del amor lésbico" y del "pues...si quieren dedicarse al porno, a la prostitución o a ser edecanes que lo hagan, ¿no?, es su cuerpo, que ellas decidan".

Y no me malentiendan: claro que hay hombres interesados en que las cosas cambien o que, de mínimo, tienen ideas progresistas que valen la pena. Incluso entre mis amigos con conductas nefastas hay una que otra idea no tan tirada al traste que se agradece. Pero a estas alturas me parece que, si el título "feminista" le llega a quedar grande incluso a varias mujeres que dicen serlo y que han experimentado en carne y hueso lo que ser mujer puede representar, no veo por qué tendría que quedarle a cualquier cabrón que se autodenomina "feminista" sólo por decir que sí existe el feminicidio o por estar a favor del aborto y en contra de la violencia física. No, amigos, para poder ser feminista basta más que eso, que se los digo yo que he estado contra la violencia física siendo una total alienada y que, a pesar de que ya llevo como año y medio con el mote, sigo cometiendo pendejadas, como la de haber llamado "MILF" a la señora guapa de la oficina cuando se supone que estoy en contra de la sexualización de la mujer o la de hacerme wey con este wey y quedarme callada cuando claramente debí denunciar sus conductas desde que las comenzó a presentar y no hasta que renuncié.

En fin, respondiendo a la pregunta del título, volveré a decir que la respuesta es "No lo sé" y no porque crea que "Sí", sino porque yo en lo personal en estos justos momentos de mi vida no conozco a ninguno y seguramente pasará un tiempo antes de que lo haga, pero no porque no lo conozca significa que por ahí no haya alguno que, en efecto, encaje con el perfil, sea lo que sea que esto signifique. Hoy por hoy, espero algún día tener la oportunidad de disculparme con las morras del "tendedero" por ser tan pendeja. O que pase algo que me haga cambiar de opinión y poder decir con orgullo "¡los hombres feministas sí existen, no son los papás!". A ver qué putas pasa primero.