lunes, 17 de diciembre de 2018

Lo que nadie te dice sobre "Roma": lo que implica ser mujer, el mito en torno al instinto maternal y la violencia obstétrica

Este viernes 14 de diciembre la plataforma de streaming Netflix por fin estrenó la película "Roma", cinta dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón -quien pasará a la historia por haber dirigido una de las peores adaptaciones de la saga "Harry Potter" que, no obstante, es de las mejores cintas cinematográficamente hablando de toda la franquicia- que se ambienta en la colonia Roma de los años 70 (de ahí el nombre) y se enfoca en Cleo, una empleada doméstica de orígenes indígenas inspirada en un personaje de la vida real que fue cercano al director durante su infancia. La crítica, como es de esperarse, está muy dividida y la gente que aún no la ve está muy prejuiciada por esta polarización, pues mientras por un lado se dice que es una obra maestra a la cual se le puede incluir dentro de las diez o hasta cinco mejores cintas mexicanas, por el otro se dice que lo único rescatable es la fotografía, que no hay historia, que es tediosa, pretenciosa y, para colmo, clasista y machista porque claro, hoy en día todo es clasista y machista y si no la haces de pedo diciendo que todo es clasista y machista entonces no eres revolucionario, al parecer.


Sí, con estas últimas palabras pueden intuir mi opinión sobre la película: no, no la considero clasista ni machista en lo más mínimo y sí, me gustó, así sin más. Y los porqués no los voy a explicar en esta entrada -o al menos no todos- porque tengo pensado un video donde pueda expresar, de una manera un poco más específica y detallada, por qué vale la pena darle una oportunidad y verla; sin embargo, considero necesario hablar de un aspecto que, si bien algunas personas ciertamente han tocado porque nadie tiene opiniones que sólo le pertenezcan a esa persona y que nadie más comparta y yo por supuesto no soy la excepción a dicha regla, no es la opinión más popular ni tampoco lo que la gente más considere a la hora de hacerle una crítica; muy por el contrario, es algo que tiende a dejarse de lado y de lo cual vale la pena hablar. A continuación daré algunos spóilers, así que si no la han visto absténganse de seguir con la lectura; a menos, claro, que no planeen verla, y si es así pues prosigan, no hay pex.

Como ya dije al principio, la historia se centra en Cleo, la empleada doméstica de orígenes indígenas que trabaja, junto con su amiga Adela, para una familia de la clase media alta conformada por el padre, la madre y cinco hijos: cuatro niños y una niña. Al ser el personaje principal, vemos todo lo que sucede desde su perspectiva, desde algo tan simple como la limpieza de una casa de la colonia Roma, tan personal como su amistad con Adela o su relación con su novio, o tan imparcial como la relación intrafamiliar de sus patrones. A lo largo de la cinta suceden varias cosas: el coito con su novio Fermín, su embarazo, el desentendimiento del sujeto con respecto a su paternidad, la huida de su patrón con su amante, el duelo de su patrona ante el desengaño, su parto tras el lío del "Halconazo", la muerte de su hija desde antes del alumbramiento, sus vacaciones con la familia de los patrones en Veracruz y, finalmente, su patrona y ella continuando con su vida a pesar de todo. Es, justamente sobre esto último y sobre el tema del embarazo en lo cual me quiero centrar.

En esta cinta tenemos dos casos de abandono: el de Cleo por parte de Fermín y el de Sofía por parte de su esposo. Cada uno es distinto porque se trata de personajes en situaciones sociales y culturales que lo son: a Cleo la abandona un novio irresponsable que además está siendo entrenado para fungir como represor de manifestantes y que, por tanto, es violento, mientras que a Sofía la abandona un investigador y académico que como tal no expone comportamientos agresivos, aunque esto tampoco importa, pues a fin de cuentas tiene una amante y está incurriendo en traición y, además, en desentendimiento de los cinco hijos. Cleo y Sofía son mujeres distintas, sí, pero al mismo tiempo sus situaciones son similares: ambas están solas, y Sofía se lo hace saber tras haberse emborrachado, pronunciando una de las líneas de la cinta que, por lo menos a mí, más fuertes me parecieron justamente por lo concisas:

"No importa lo que digan, estamos solas".

Sí, son diferentes y esto se nota desde el momento en el cual, mientras Sofía siempre externa lo que siente, Cleo opta por callar y dejar que todo lo negativo que trae se le vaya pudriendo poco a poco. Sí, Sofía tiene privilegios y Cleo no, pero no importa, ambas han sido engañadas, pues, contrario a lo que mucha gente todavía cree, el que un hombre sea un académico prestigioso que hace investigaciones en el extranjero no necesariamente lo exime de ser mal padre o mal marido, porque la infidelidad y el machismo no distinguen entre clase social o cultura. Y sí, en efecto, ambas están solas, y no por el abandono como tal, sino por la falta de apoyo por parte de las primeras personas que deberían fungir como soporte, sobre todo en las situaciones difíciles, ya sea que se trate de un embarazo no planeado ni deseado o de la manutención y cuidado de cinco hijos.

Pero no todo es completamente negativo en la manera en cómo se les retrata a estos dos personajes, quienes a fin de cuenta siguen adelante con sus vidas de la manera más normal. Cleo podrá tener sus problemas, pero no deja de mostrar su mejor cara a los niños, a los cuales se ve que quiere y procura; tampoco deja de hacer su trabajo y, al final, puede verse que sigue adelante. Por su parte, Sofía adopta al final una actitud más positiva: quiere deshacerse del coche que destrozó en su borrachera, se compra otro, sale de su estado de negación y reconoce ante sus hijos que su papá los ha abandonado pero que eso sólo los hará fuertes y que deben estar unidos. Y muchos quizás dirán que la cinta romantiza la abnegación de la mujer al ponerla como un ser que se preocupa por otros antes que por sí mismo, pero yo más bien creo que Cuarón, con esta cinta, las reivindica, pues los personajes femeninos de "Roma" hacen acopio de su fuerza y se enfrentan a la vida a pesar de las adversidades. ¿Machista? No, yo no lo creo, en lo absoluto.

Lo anterior puede de hecho reafirmarse en lo concerniente al embarazo de Cleo. Constantemente se repite el mito de que no importa si no quieres al padre de tu hijo, a éste lo vas a amar por encima de todas las cosas porque finalmente está dentro de ti y hay un vínculo. Pero esto no es del todo cierto: hay mujeres que no están hechas para la maternidad, que no deberían tener hijos y que nunca los quisieron, mujeres que se arrepienten de haber parido, que quizás en algún momento desearon la maternidad pero que una vez la experimentaron hubieran querido regresar el tiempo y no tomar dicha decisión. La maternidad suele estar romantizada a tal grado que la gente en serio cree que toda mujer desea y disfruta pasar por el proceso del embarazo, con todo lo que éste implica: picazón constante en la piel que se estira y estira, agruras, acidez por las vitaminas que la madre se debe tomar, vómitos, privación de alimentos para que a la cría no le afecte aun si estos alimentos proveen de irremplazables momentos de placer a la madre, ganas constantes de orinar, el cuchillazo de la cesárea o el dolor de sacar por la vagina a un ser del tamaño de una sandía. La gente en serio piensa que la mujer cree que su función en el mundo es limpiar mierda ajena por al menos tres años, para, al final, resignarse a que todo lo que hace por todos sea, a veces, recibir un dibujo o una tarjeta pésimamente hecha en sus cumpleaños o navidad o bien, una licuadora para seguir cocinándole a todos porque ante todo es criada, no persona. Pero la realidad es muy distinta, y Cuarón es consciente de ello y lo visibiliza, lo cual es un acierto, a mi parecer.

En esta cinta Cuarón nos pone a un personaje que, desde el inicio, no parece feliz con su embarazo. En ningún momento la vemos acariciando su vientre o externando algún gesto que nos de a entender que su futura maternidad la emociona aunque sea en pequeña escala. Nunca se le ve feliz, y no tiene por qué estarlo, a fin de cuentas el padre de la criatura no sólo la abandonó sino que la amanaza con partirle la madre si repite que el hijo es de él. Cuando la bebé nace muerta, no se la ve llorando desconsolada, si bien es cierto que tampoco es como que la situación la alegre; muy por el contrario, puede verse que siente cierta culpa, pues al final admite que de hecho nunca quiso que la criatura naciera. "Roma" lo que hace es reflejar una realidad: el instinto maternal es un mito, pues no todas las mujeres quieren al fruto que crece dentro de ellas y algunas tienen todas las razones de lo más justificables para no sentir ningún afecto por sus futuros hijos. Eso no las hace malas personas y no por eso Cleo deja de tener humanidad: es cariñosa con los niños a los que cuida, les canta para dormirlos y para despertarlos, juega con ellos, los escucha, les salva la vida cuando viajan a la playa. Es, en general, buena persona, pero no quiere a su criatura, y no es menos valiosa por eso.

Finalmente, quiero hablar de un asunto que, si bien no es uno de los principales a destacar, vale la pena tocarlo porque es una realidad incómoda todavía hoy en día: la violencia obstétrica. Cuando Sofía descubre que Cleo podría estar embarazada y la lleva al ginecólogo para confirmar la noticia, notamos que, si bien la enfermera que atiende a la empleada es amable, hace que Cleo se sienta incómoda cuando le hace preguntas sobre su vida íntima, además de que la trata de maneras algo bruscas, y esto prosigue cuando llega la hora del alumbramiento: todos los médicos y enfermeras la tratan de manera amable en el sentido de que no hacen comentarios de pésimo gusto, pero igual son bruscos con ella durante casi todo el proceso: ninguna delicadeza a la hora de pasarla de una camilla a otra, ni a la hora de quitarle la ropa interior, y mucho menos a la hora de decirle a la muchacha que su bebé murió y que debe despedirse de ella.

Sí, "Roma" es una película ambientada en el México citadino de los setenta y no deja de dejárnoslo en claro con los escenarios o la recreación del "Halconazo", pero no deja de ser al mismo tiempo bastante vigente. Estas tres problemáticas que decidí abarcar a lo largo de esta entrada son situaciones que, si no fuera por ciertos escenarios o porque se nos dice de antemano en qué época está ambientado todo, bien podrían ser actuales, lo cual en parte es lamentable porque demuestra que a pesar de los más de 40 años que han pasado aún hay muchas cosas por cambiar pero que por otro lado representa a mujeres tan diferentes entre sí en toda su imperfecta y compleja humanidad partiendo de una anécdota simple a la vez que las reivindica y nos demuestra que sí, ser mujer significa muchas de las veces sentirse sola pero también sobreponerse a la adversidad y seguir adelante. Cuarón hace mucho con muy poco y expone situaciones que un expectador observador y analítico puede entender que no por ser comunes necesariamente están bien, y no necesita irse a la fórmula poco realista y choteada del "empoderamiento femenino", pues basta, simplemente, con reflejar la cotidianeidad. Por eso y por más, vale la pena darle una oportunidad. O no sé, yo digo.