Hoy, mientras escribo esto, llevo exactamente 2 meses y 6 días de que mandé al diablo a quien fuera mi mejor amigo desde 2011. 2 meses y 6 días en los cuales he estado procesando el asunto y no solo porque por lo general sobre pienso las cosas sino porque, analizando la situación, estuve en una relación de maltrato psicológico. Para ser más exactos, LA relación de maltrato psicológico más larga de toda mi vida, si bien no la primera porque bueno, la primera fue a los 17 años y el responsable fue mi primer novio formal.
Por supuesto, hay una sustancial diferencia que hace que lo que sea que me haya hecho mi exnovio parezca mínimo en comparación a pesar de que por muchos años me afectó lo que hizo y es el hecho de que, en primera, la relación con mi ex duró menos de dos meses; sí, por supuesto que siguió presente en mi vida después de eso y no fue sino hasta este año que por fin lo pude mandar al diablo del todo -no sin cierta bilis de por medio, por cierto-; pero, sea como sea, no estaba presente de manera constante: se iba por largas temporadas y volvía y aun cuando hacía esto último la interacción ni siquiera entraba en el terreno de lo amistoso, sólo nos mensajeábamos por Messenger una o dos o hasta tres veces al año y ya; éramos lo suficientemente distantes como para que yo pudiera notar sus conductas nocivas, vaya. Y por el otro lado, desde el primer rompimiento, y aun con el Síndrome de Estocolmo que me generó, a mí me quedó bastante en claro que no era de fiar y ya no tenía tan altas expectativas: sabía que, hiciera lo que hiciera, no estaba en posición de decepcionarme y ninguna de las pendejadas que hizo -por lo menos 10, si mal no me salen las cuentas- me hizo llorar como las primeras 2; no volví a llorar por él después de esas 2, de hecho.
La dinámica con el exmejor amigo era radicalmente distinta: durante 10 años fue a quien le contaba casi todo -porque hasta ahora no existe persona a la cual se lo cuente "todo" o que lo sepa absolutamente todo sobre mí-. Fue alguien que supo sobre el maltrato psicológico de mi exnovio, alguien que supo también de primera mano sobre las cosas que hizo la mitómana, alguien que estuvo ahí cuando mi segundo novio me hizo todas las culeradas que me hizo, alguien que me consoló cuando me peleé con mi hermana y alguien con quien me reí y me burlé del profesor que tuvo a bien mandarme un video de una morra enseñando el ano. Mi mejor amigo estuvo ahí, en cada una de esas ocasiones, diciéndome que no me merecía nada de lo que la demás gente me hacía mientras él, por su parte, hacía lo propio. Pero no lo noté sino hasta que estuve fuera de ahí.
Y, como alguien que literalmente apenas se dio cuenta de todo lo que pasó, me veo en la necesidad de escribir esta entrada. En primera, porque ahora sé lo que es estar en una relación de maltrato sin saberlo y no sé a quién le pueda servir para que por fin se dé cuenta, si es que necesita hacerlo. En segunda, porque si algo me ha quedado claro después de todo esto es que una relación de maltrato no es una relación de "buenas personas" vs. "malas personas", como muchos se empeñan en afirmar: no existen las buenas o malas personas, existen en todo caso personas viscerales y personas racionales, personas que se dejan llevar por sus emociones más básicas y primitivas y personas que las reprimen, personas activas y personas pasivas, personas que son la cara y personas que son el cerebro, personas que de tanto que explotan a cada rato al poco tiempo olvidan el pleito y personas que aguantan y aguantan y al final llegan a un punto de no retorno. Y en tercera, porque necesito que algo quede claro y es que las relaciones de maltrato no son golpes o insultos 24/7 como quizás la mayoría piensa porque ciertamente para la mayoría es muy fácil decir "bueno, ¿y si tan mala es por qué te quedas"; la gente se queda en ellas porque hay largos periodos en los que verdaderamente parece haber amor genuino, periodos de calma, paz, un chingo de cariño: las relaciones de maltrato son un eterno castigo/recompensa porque si fueran mero castigo serían mucho más fácil abandonarlas, ahora lo sé.
Pero bueno, ¿cómo es que llegué a este punto en el cual ya lo sé? Bueno, pues la experiencia. 10 años, para ser exactos. Y, como toda historia que llega a su fin tiene un principio, diré que el mío, como en toda historia de maltrato, fue un principio "bonito" porque ciertamente nadie llega a tu vida con un letrero de "contribuiré a joder más tu salud mental durante los próximos 10 años". Esta persona -a la cual llamaremos "Perry" en homenaje al célebre personaje de "Big Little Lies"- comenzó a hablarme por Messenger, se ganó mi confianza a un punto tal que ya le contaba casi todo sin que fuera necesario vernos de manera física y me hablaba de manera muy cariñosa y, seré sincera, le seguí el juego porque al principio pensaba que era broma o que "así era él" y porque también yo soy muy de seguirle el juego a los hombres que me tratan cariñosamente, derivado de mis constantes pedos de autoestima que apenas este año y gracias a la terapia he comenzado a trabajar. Hasta ahí, todo bien.
No obstante, la cosa comenzó a torcerse en 2013, cuando le conté a Perry del wey con el que planeaba perder la virginidad, un muchacho 2 años menor que yo, aficionado a la pintura, adepto a la marihuana y al alcohol, no muy inclinado a la escuela pero respetuoso, cariñoso -como casi todos los weyes con los que me relaciono, bien que mal- y con quien había cierta confianza, si bien no amor. Perry no se lo tomó a bien -y menos cuando, en efecto, terminé perdiendo la virginidad con el ese dude-, durante años me reclamó por haberle dejado mi primera al dude y no a él e incluso el año pasado llegó a decirme, textualmente "yo te estuve trabajando desde antes". Nada volvió a ser lo mismo desde entonces y la cosa iba a peor.
Llegó 2014. Perry y yo tuvimos una conversación en la cual él sugería que estaría chida una relación entre ambos, a lo cual aparentemente yo respondí que sí estaría bien -y digo "aparentemente" porque no lo recuerdo, pero le doy el beneficio de la duda de que igual y sí lo hice porque, como ya dije, tengo serios pedos de autoestima-. Yo soy consciente de que el wey nunca me gustó de ninguna forma y no solo porque físicamente dista demasiado de ser mi tipo sino porque su personalidad no es el tipo de personalidad que yo buscaba desde el comienzo en una pareja, pero es probable que nunca se lo hiciera ver, no sé si por miedo a lastimarlo o porque de por sí no poseo asertividad o, lo que también es probable: porque sí fui clara pero la gente entiende lo que quiere, cosa que de hecho ya me ha pasado muchas veces, siendo la que más recuerdo aquella con cierto compañero de trabajo al cual por lo menos 3 veces le dije que no se me antojaba ponerle el cuerno a mi wey solo para que al final igual se me terminara insinuando. Sea como sea, y suponiendo que sí dije que estaría bien tener algo, la cosa es que me desdije al día siguiente, tuvimos un pleito y desde ahí contemplé mandarlo a la chingada por primera vez. Primera vez que solo quedó en idea porque, al poquito tiempo, él me volvió a buscar para enmendar las cosas, acto que se volvió una constante a lo largo de todos estos años y que ahora, mientras escribo esto, sé que por su parte fue un "le voy a hacer creer que voy a cambiar para que no se vaya" mientras que por la mía fue un "okey, esto está mal, pero al menos él nota que está mal y lo estamos hablando, eso debe significar que le importa y que hay remedio, ¿no?"
[Spoiler: NO]
Llegó 2015. Conocí a quien llamaría "el amor de mi vida" si de verdad creyera en eso o si me fuera a morir dentro de poco. Perry aparentemente estaba feliz por mí y al principio lo parecía, pero cada tanto tiempo me hacía escenas de celos "en broma" que de hecho se fueron volviendo más frecuentes -y ya no tan "en broma", por no decir que nunca lo fueron- en las últimas semanas. Llegué a un punto en el cual no le podía contar algo que pasaba con mi pareja sin que me hiciera alguna escena y ni siquiera me sentía lo bastante cómoda como para tuitear sobre lo bonito que me pasaba con mi wey. Igual lo hacía, claro está, porque soy terca, porque no me gusta que me digan qué hacer y porque no voy a negar que también fui tóxica ya que, como dije párrafos atrás, las relaciones de maltrato no son de "buenos contra malos" y yo ni de lejos diría que soy buena persona. Pero bueno, ese es el punto: tuiteaba sabiendo que en algún punto llegaría la puta escena porque él insistía en que era broma y, si bien una parte de mí creía que quizás lo era, la otra se sentía muy incómoda.
Llegó 2016 y, con ese año, la segunda red flag -la primera es nuestra pelea de 2014-. Perry se metió una vez en mi perfil de FB y me aparecieron notificaciones de likes a fotos viejas. Yo le pregunté, por mera curiosidad y sin ánimo real de buscar pleito, por qué lo había hecho y me dijo textualmente: "busqué fotos tuyas para masturbarme". Le dije desde entonces que no quería que me dijera eso porque, si bien soy consciente de que igual y mis fotos "levantan ciertas cosas", había otros modos. Perry me dijo que tenía razón y que no volvería a pasar.
[Spoiler: sí volvió a pasar porque la gente jamás cambia]
Aunado a lo anterior, Perry me dijo que era normal masturbarse con fotos. Y bueno, a mí nunca se me ocurrió que pudiera mentir. Creí que él al ser hombre sabía cómo se comportaban los hombres y en ese entonces no se me ocurrió que podía buscar una segunda opinión para ver si era cierto. Pero bueno, cosa cagada: le conté a mi psicólogo esto, me respondió que quien dice esas cosas ya tiene pedos de filias; supuse que debía buscar más opiniones que no vinieran de un profesional sino de gente más del común y, cosa más cagada: todos aquellos a los que les pregunté -todos ellos hombres, por cierto- me dijeron que no lo hacían. Pero qué quieren que les diga: una persona con el nivel de alienación que yo ya tenía -y que tardaría 5 años en abandonar- decidió confiar en "su amigo". Y la cosa se pondría peor.
Pese al percance anterior que, por cierto, haría que cualquiera en mi lugar se hubiera largado desde entonces, Perry y yo seguimos "bien": salíamos al cine, por café, a comer. En mi cabeza, que Perry "aprobara" mi relación a pesar de haberlo rechazado o que incluso usara mis fotos como material recreativo era algo parecido al amor y quizás en su retorcida cabeza también lo fue. Sin embargo, algo no cuadraba y en el fondo lo sabía porque no por nada había contemplado deshacerme de él desde 2014 y ese algo que terminó afectando todavía más nuestra ya de por sí retorcida "amistad" llegó en 2017. Como dije, salíamos y convivíamos normal, y en nuestras salidas ni siquiera parecía que a cada rato nos diéramos en la madre en Messenger como, efectivamente, pasaba: éramos alegres, hasta cierto grado cariñosos, reíamos. Sin embargo, en uno de sus tantos momentos de "brutal honestidad" me confesó que me manoseaba en nuestras citas y que yo ni lo notaba porque "lo hacía con amor". Al principio no lo creí, pero fue cosa de que tuviéramos otra cita para que lo confirmara y, si bien en algún punto le hice ver que me sentía medio adúltera a pesar de que yo no estaba haciendo nada, el wey siempre se las ingenió para acomodar el discurso a su conveniencia: en ocasiones éramos "amigovios" o cabalmente "amantes" pero si le decía que no quería sentir que le estaba poniendo el cuerno a mi wey salía con "pero ni estamos haciendo nada, relájate". Por supuesto, si le preguntan sobre esto es muy probable que lo niegue.
La cosa es que fue a raíz de esta confesión y de este "no querer sentir que la estaba cagando" que comencé a evitarlo, cosa que sí notó y que me reclamó varias veces. Reclamos a los cuales nunca contesté con la verdad: a cual más, cuando proponía salir, le decía que estaba muy ocupada o que ya tenía plan familiar -cosa que no era del todo falsa-; no obstante, cuando no estaba ni ocupada ni tenía plan familiar y salía plan con gente con la cual me llevaba menos que con él, lo tomaba, pero evadía los planes con él. Es probable que ni siquiera yo fuera del todo consciente de por qué lo evadía y es probable incluso que neta me creyera mis excusas porque además si algo caracteriza a mis mentiras es que siempre tienen parte de verdad. Incluso hubo un punto en el cual sí me pregunté por qué lo evadía o por qué sí salía con personas menos cercanas siendo él "mi mejor amigo". Y pues bueno, ahora lo tengo claro: el wey me generaba ansiedad.
Quisiera decir que la ansiedad solo se debía a los toqueteos y al sentirme hasta cierto punto sucia o impura estando en su compañía, pero desafortunadamente no es así. A cada rato nos peleábamos en Messenger, a cada rato yo acababa llorando de la impotencia tras nuestras conversaciones aun si muchas veces eran conversaciones que empezaban hablando de cualquier otra cosa no solemne ni seria y a veces hasta pendeja. Él me hacía encabronar a propósito porque sabía que me podía irritar, solo para al rato "sorprenderse" por mi empute. Incluso, durante los últimos meses de amistad, me quería sacar discusión por todo: por decir que me daban hueva algunas películas mainstream, por postear que mi tipo de hombre debe verse nerd y flacucho, entre otros temas por demás mundanos y pendejos a los cuales, no obstante, a huevo quería sacarles discusión. Sin mencionar, claro está, que los 10 años de amistad fueron un constante gaslighting: siempre me decía cosas, yo las interpretaba y siempre resultaba que las estaba interpretando "a mi conveniencia", que "no tenía comprensión lectora", que "distorsionaba la realidad" o que "no lo entendía" a pesar de que por otro lado siempre me alababa mi inteligencia y me decía que era brillante porque, por supuesto, una siempre es brillante y superinteligente cuando se trata de los demás pero no cuando se trata de ellos, ahí sí una es retardada. Y sí, me llegó a llamar "retardada", pero aquí no me queda tampoco hacerme la víctima porque pues lo correspondiente le llegaba a decir yo, ni más faltaba.
El punto es que el wey me generaba ansiedad y yo ni lo sabía porque, si bien ya sospechaba que tenía el trastorno, todavía no tenía un diagnóstico. Y estuvimos a punto de ya mandarnos a la verga en 2019, pero una vez más lo hablamos y establecimos acuerdos. Tal cual durante esa charla le pedí que no me volviera a tocar cuando nos volviéramos a ver y, si bien dijo algo como "a ver, no, pero no me puedes quitar todo", pareció aceptarlo.
Llegó 2020 y con ello no solo la pandemia sino la etapa más surreal de mi vida. 2020 fue lo que podríamos llamar mi "etapa libertina" y, en mi opinión, la más lamentable que he tenido y una de las que más cringe me genera de solo recordarla. La cuestión es que conocí a alguien en mi en aquel entonces trabajo, mi pareja y yo acordamos abrir la relación debido a la inexperiencia que ambos tenemos y en la cual tampoco queríamos permanecer antes de dar "el paso" y, un poco derivado de lo anterior decidí probar esto del poliamor. Sí, le puse el cuerno a mi wey y sí, estaba tan soberanamente imbécil en ese entonces que cabalmente llegué a tener esta mentalidad de que por mucho que ames a alguien ese alguien no te lo va a dar todo así que...¿por qué no buscar todo lo que te gusta en personas distintas? Y pues, movida en buena parte por esta pendejez, decidí que podía darle chance a mi "amigo" y se lo dije.
Pero bueno, como seguramente ya lo infirieron, no consideraría que esa etapa fue de pendejez si todavía siguiera en ella. Y ahora, ¿qué me motivó a salir de ella? Bueno, pues ir a terapia. Fue la terapia la que me hizo ver que me estaba portando como una "persona con derechos" que cree que merece portarse como idiota solo porque le pasan cosas culeras. Fue la terapia la que también me hizo ver que, en efecto, por mucho que ames a alguien ese alguien no te lo va a dar todo por el simple y sencillo hecho de que ese "todo" debe venir de ti y no de los demás. Y todo esto que estoy escribiendo se lo dije a Perry y, con ello, también le dije que mejor ahí moría. ¿Cuál fue su respuesta? "Por favor, Nikte, ¿qué va a morir si ni hemos hecho nada?" Y sí, no habíamos hecho nada y qué conveniente que en ese entonces sí se acordara y que en los últimos días de nuestra amistad no. Pero no nos adelantemos.
Ese día que le dije eso y que él contestó lo correspondiente peleamos. ¿La razón? Una vez más, lo evadí. Y una vez más, preferí salir antes con quien ahora es de mis mejores amigas que con él. Perry lo supo porque, como la tóxica que también yo he sido, no se lo oculté. Una vez más, estuvimos a nada de volvernos a mandar a la mierda. ¿Qué cambió? Que Perry, para variar, pocas horas después me volvió a escribir para decirme que "simplemente, no podía mandarme lejos. O sea, es que no". Porque sí, siempre hacía eso, y supongo que por mucho tiempo me la creí que era por amor. Ingenua que fui, de veras.
Nos vimos por fin poco después de eso. Vimos "Tenet" porque le mama Christopher Nolan -director con el cual nunca he conectado, cuyas dos películas que he visto completas han sido exclusivamente porque él me invitó y con el cual probablemente ahora conecte menos porque escuchar de él invariablemente me recordará que es la musa de mi maltratador y pues puaj-. No me la pasé mal en términos generales pero sí puedo decir que hubo un momento raro en el cual me quité el cubrebocas y él me besó la barbilla (aunque él siempre dirá que sí me besó la boca porque es muy de él exagerar las cosas; lo ha hecho cuando ha afirmado que él y el novio de su crush se parecían físicamente, lo ha hecho cuando ha afirmado que él y mi wey son muy parecidos aunque no se parezcan en nada y lo ha hecho cuando afirma que somos amantes a pesar de que lo más "romántico" que hemos tenido es justo lo que acabo de narrar con mi barbilla). Momento raro tras el cual no dije ni madres ni siquiera en los últimos días y que apenas estoy contando en este blog. Porque sé que decírselo a mis amigos que, a cual más, tarde o temprano leerán esto, traerá consigo que me digan que por qué no dije nada. Yo me lo digo a cada rato, así que no los juzgo. Y en todo caso, quizás no me digan nada por haberlo ocultado y simplemente me estoy juzgando yo porque a fin de cuentas así soy.
Estuvimos bien por meses. Él se la pasó diciendo cada cierto tiempo que esa cita que tuvimos fue maravillosa y especial mientras que por otro lado seguíamos dándonos en la madre en mis estados de Facebook o en Messenger porque, como ya he dicho, las relaciones de maltrato ni son putazos todo el tiempo ni tampoco son amor y flores siempre y muchas veces se alternan. Pero, en resumidas cuentas, estábamos bien. Pero no lo estaríamos por mucho y la primer cosa que colmó mi paciencia llegó en agosto de este año.
A todo esto, Perry y yo siempre tuvimos una amistad en la cual, si bien sabía que él sentía cosas por mí, también sabía de sus otros crushes y hasta lo incentivaba porque, seamos francos, lo prefería con novia, aun si más de una vez le llegué a hacer "escenas" de celos que en el fondo jamás sentí y solo para tener con qué devolvérsela cuando él me hacía las propias. Uno de los primeros crushes que él tuvo y del cual tuve noticia fue el que tuvo con la hermana de una de mis amigas de la universidad. Crush que no fue correspondido porque mientras la chica se parece a una actriz que ahora sale en la última de Matrix, Perry no es precisamente ni buen rostro ni tampoco interesante, y aunque suene culero por mi parte porque, ultimadamente, ya he dicho hasta el cansancio que no por ser la víctima dejo de ser ojete. La cosa es que el crush en su momento le dijo que Perry no era su tipo y eso al parecer le jodió (más) la autoestima a Perry y okey, concedo en que la morra no se vio amable, pero se suponía que en 2021 ya estaba todo bien entre ellos. Pero oh, sorpresa, no fue así.
A Perry se le ocurrió que era una excelente idea echarle una indirecta a la morra sobre lo malito que lo dejó de su autoestima cuando lo rechazó y sobre lo poco guapo que estaba su novio de ese entonces. La morra vio la indirecta y le dio "Me asombra". Él llegó a mi Messenger todo culeado porque ella sí la leyó como si no hubiera sido obvio que iba a ocurrir. Al día siguiente ella lo bloqueó de una de sus cuentas de IG (tiene dos, una de negocios y una personal, por si alguien planeaba hacerme esa pregunta). Él llegó todo chilletas a mi Messenger que porque estaba arrepentido de la soberana pendejadota que se había echado, cosa que no dudo porque sí, dentro de todo aún creo que el wey se ha arrepentido de muchas cosas, solo que eso no le ha quitado lo pendejo. Yo le contesté que en primer lugar su baja autoestima no era culpa de ella sino algo que debía trabajar él y que no tiene por qué ser el tipo de nadie y que el que no sea el tipo de nadie ya automáticamente lo vuelve alguien feo, así como también le dije que estaba mal echarle indirectas culeras a alguien con quien en apariencia ya estás bien. Pareció entenderlo, pero algo se había quebrado en mí: leer esa indirecta que le echó a alguien con quien ya estaba en buenos términos fue mi "este cabrón no ha cambiado". Y el tiempo acabaría dándome la razón y de la peor manera.
Llegó octubre y, con eso, su cumpleaños. Lo felicité porque desde hacía años me dijo que sí o sí lo debía felicitar y pues como la alienada que era le hice caso. Se lo tomó a bien. Luego procedió a mandarme uno de sus acostumbrados mensajes cariñosos que el 95 % de las veces eran ignorados porque yo no iba a responder de igual manera cuando no me sentía como él. Él lo notó y procedió a borrarlos. Yo, creyendo que se había emputado porque ciertamente no es normal que él haga eso, le pregunté qué pex y él me dijo que no iba a dejarlos ahí porque se veía poco digno de su parte mandar mensajes que nadie contestaba. Le dije que okey y quise seguir con mi vida, pero él no lo iba a dejar así. Me dijo que yo le había prometido llamarlo "mi amor" en 2020 y que no había cumplido, cosa en la cual tenía toda la razón aunque convenientemente ignorara que, si bien sí lo prometí, lo hice en una época en la cual todavía estaba considerando darle chance -época que, como ya dije, no me duró mucho y SÍ tuvimos esa conversación, aunque él se haga pendejo al respecto-. Le dije que era cierto y que era libre de mandarme a la verga y dijo que no y que le hiciera caso. Le dije que no se me antojaba realmente hacerle caso y dijo que estaba bien y que a fin de cuentas siempre podía pedirme ayuda para la tesis o para sus cosas. Aparentemente ya lo habíamos arreglado. Aparentemente.
Al día siguiente volvimos a conversar. Me reclamó por hacerle un avatar de pareja a mi marido y me sacó la carta de "a huevo que puedes ser cursi, así que déjate de pendejadas y hazme caso". Poco después me volvió a salir con que se la estaba jalando con mis fotos. Le dije que le había pedido claramente que ya no me lo dijera y me salió con "¿ves cómo sí se siente de la verga pedir algo y que no te hagan caso?" Le dije que era denigrante y me dijo que él igual consideraba denigrante pedirme cosas y que yo no las pelara. Volví a decirle que tenía toda la razón pero que no se me antojaba hacerle caso. Me dijo que me estaba faltando responsabilidad afectiva y pues toda la razón porque además ni creo en esa mamada. Me dijo que estaba siendo egoísta y le dije que a huevo y que estaba bien. Me echó en cara lo que él sí ha hecho por mí y le dije que ya no lo hiciera. Me dijo que no se trataba de eso y le dije que por su bien y porque lo apreciaba, no lo hiciera porque nadie lo vale. Me llamó hipócrita que porque yo igual lo hacía. Le dije que hasta mi psicólogo ya me aconsejó que no ande por la vida desviviéndome por los demás y casi le cerré el pendejo orto, casi. Me dijo que si bien mi psicólogo tenía razón en sí no estaba mal luchar por los demás. De ahí la cosa se convirtió en "mi verga es más grande que la tuya": me echó en cara que mis papás sí están juntos, que sí tengo pareja sentimental y que sí tengo trabajo, olvidando por completo que en ese entonces no me hablaba con mi hermana, que soy cabeza de familia con todo el estrés que conlleva y que en este año me quise matar 2 veces. Le dije y me salió con "¿ves como sí distorsionas todo a tu conveniencia?" y oficialmente me colmó la paciencia.
Decidí mandarlo definitivamente a la verga dos días después de eso. Toda esa semana no quise hablarle pero él lo notó y me anduvo mandando mensajes con emojis de ";V" como para fingir que no había pasado nada. Decidí que le haría una carta porque si le mandaba un inbox íbamos a acabar discutiendo y no llegaríamos a nada. Y decidí que en la carta trataría de no adoptar el papel de víctima, le diría en qué acertó y en qué fallé y daba pie a que siguiéramos hablando, solo que ya no como amigos.
[Spoiler: fracasé. Estrepitosamente]
Le mandé la carta. Para variar, me salió con que lo había malinterpretado (por si lees esto, Perry, que sepas que mis pinches huevos son tus pinches ojos, cabrón). Se hizo bien pendejo y me preguntó "oye, pero por lo que entendí, ¿me quieres mandar a la verga?" y salió con que "no era necesario" (como si se lo hubiera preguntado y no se lo hubiera dicho, tal cual) y, cuando le dije que ya me había cansado, todo fue a peor. Me dijo que ni de puta madre nos mandábamos a la verga y que él quería que todo fuera como antes. Me dijo que lo que yo buscaba era "perfección" y que no la iba a tener -porque pedir que no me denigren al parecer es pedir mucho, según este terrorista-. Me dijo que emputarme por lo que le hizo a su crush era tomármelo demasiado personal y que "me comportaba como si fuéramos amigas" -pero qué casualidad, cuando mi ética se la aplicaba a otras personas ahí sí "tenía toda la razón" y "entendía mis puntos"-. Me dijo que seguramente lo odiaba -porque para mucha gente el que ya no la quieras significa por default que la odias-. Y por si todo lo anterior no fuera suficiente, y cuando yo ya estaba a punto de ceder de que seríamos amigos, me salió con que quería que fúeramos amantes. Le dije que no quería, me dijo "pues yo sí quiero". Le dije, quizás por primera vez y suponiendo que antes no fui clara, que no me gustaba, y me dijo "cómo no te voy a gustar". En apariencia volvimos "a la normalidad" pero lo bloqueé porque me di cuenta de que tratar de mandarlo a la verga por la buena era inútil.
Terminé esa conversación llorando del coraje. A pesar de haber tenido un buen fin de semana que pasé con mis papás. A pesar de que acababa de ver "¿Quién es la máscara?". Bastó con hablar con él para que todo se arruinara. Porque no quiso respetar mi decisión, porque literal dijo que no me podía tomar en serio, porque a pesar de saber que cuando yo decido mandar a alguien a la verga no estoy bromeando me dijo "seguro acabaremos volviendo" seguido de su pendejo emoji de la pendeja carita aguantándose la risa que a cada rato mandaba y que ese día en particular me cagó la puta madre.
Esa es, en resumidas cuentas, mi historia con Perry. Una historia que empezó de forma bonita y hasta idílica y que si no terminé a tiempo fue no solo porque el wey me hizo creer que iba a cambiar -y aparentemente lo hizo- sino porque yo me quería tan poco que confundía sus acciones con algo parecido al amor. Una historia que terminó cuando empecé a ir a terapia y aprendí a amarme, aunque fuera un poco más, a mí misma, al menos lo suficiente para darme cuenta de que ahí nunca debió ser, aun si solo fue una amistad -y aun si él cree que fue otra cosa-.
Sé que el que yo lo abandonara fue quizás la gota que colmó el vaso entre tantas cosas que le han ocurrido últimamente. Sé que quizás estoy contribuyendo a que se joda más su ya de por sí jodida salud mental. Sé que igual y estará diciendo que resulté ser peor que todas. Y, para ser francos, ni me importa ni es mi problema: cuando me pudo haber importado solo fui denigrada, manoseada y tirada de a loca. Mientras escribo esto una parte de mí sigue pensando que quizás mal entendí cosas que claramente no mal entendí porque bueno, la alienación está muy cabrona y si te hacen dudar pues te hacen dudar, aun si siempre tuviste razón. Me costará recuperarme de esto y pasará un tiempo antes de que por fin lo haya procesado del todo.
Me siento, pues, cansada. Tengo la sensación latente de que nunca conoceré amigos hombres que no me quieran tirar. Tengo pocas ganas de conocer a otros chicos en plan de "hacer amigos". Me queda el amargo sabor de que la persona que durante 10 años me dijo que no me merecía mis anteriores maltratos fue la que peor me trató porque de los demás esperaba poco mientras que él era mi confidente.
Pero a la vez me siento libre. En 2 meses no me han hecho escenas por tuits donde hablo de lo bien que me va con Neftalí. En 2 meses casi no me he peleado con nadie en Facebook -cosa curiosa, Perry se burlaba de algunas personas que me la hacían de pedo en mis estados y ahora está resultando que quien más lo hacía era él-. En 2 meses no he acabado llorando por la impotencia después de una conversación inicialmente mundana y trivial en Messenger. Me siento libre, y no cambiaría esa libertad por nada porque la libertad es incluso más preciosa que la felicidad, aunque pocos estén preparados para esta conversación.
Y bueno, también me siento perra. Me divierte imaginar su cara cuando se dio cuenta del block masivo en todas las redes después de que según "lo habíamos arreglado". Tengo herramientas para contra argumentar a las radfems que sacan la carta de "fui víctima de maltrato, ñi ñi ñi" para que no te defiendas contra ellas porque ahora puedo decirles, con conocimiento de causa: "ni madres, mija, yo también lo fui y no por eso soy buena persona; responsabilízate de tus idioteces y no vengas con chantajes". Y, a mi pesar y como sea, pero tengo herramientas para, ahora sí, afirmar: "cuando estás ahí ni lo notas porque no todo es blanco ni negro, pero como sobreviviente puedo decirte que sigas tu intuición desde el principio, no hagas lo que yo."
Yo tuve un Perry: uno que no me golpeó y que en cambio sí me denigró, cosificó y gaslighteó pero que también parecía amarme. Uno que me llevó al cine, me compró pasteles y hamburguesas en Carl's Jr. y que me hizo varios dibujos, el último en mi cumpleaños y en el cual salía yo tipo "Peanuts" abrazando a Trico porque el wey sabía que me gustaba "Peanuts" y que amo a mi gato. Uno que siempre me buscó tras cada pelea aun si la posible causante del conflicto era yo porque supuestamente "simplemente, no podía alejarse de mí", algo que suena bastante similar a lo que Perry dijo de Celeste frente a la terapeuta. Nunca nos reconciliamos con sexo duro tras cada pelea como sí lo hacían Celeste y Perry, aunque estoy segura de que si por él hubiera sido habría pasado. Por él, que no por mí.
Tampoco llegaron mis amigas a socorrerme porque yo, al igual que Celeste, nunca dije la verdad y porque las cosas tampoco llegaron a un grado tal en el cual ellas se dieran cuenta de lo que estaba pasando. De hecho, estoy segura de que la mayoría solo descubrirá la historia si lee esta entrada y quizás ni así porque a mí es más probable que me lean desconocidos que mis amistades. Y no, en mi caso no fue necesario matarlo: hoy en día bloquear a alguien de todos lados es matarlo un poco. Porque, del mismo modo que en "Big Little Lies", Perry está muerto para mí y asumo las posibles consecuencias que esta muerte simbólica pueda traer consigo.
Buenas madrugadas y gracias si leyeron hasta aquí.